Hay una canción muy emotiva de Carlos Mejía Godoy – “que lindo decir tu nombre Nicaragua” – que me puebla el pecho de patriotismo cada vez que la escucho –“tu nombre siempre dulcito y querendón” –. Al empezar el año nunca imagine que al llegar Diciembre podría decir que lindo verte en la cancha Nicaragua, que lindo verte tocar el balón, que lindo verte proponer los partidos, que lindo ver el estadio bañado de azul y blanco, que lindo gritar tus goles.
Tantos años conteniendo el grito de gol, afinando la garganta con goles de televisión, coleccionando figuritas ajenas, pidiendo al Dios del futbol un milagro en la cancha… hasta que un día se acordó de este triangulito de tierra y dijo: ¡Nicaragua, levántate y anda! Y envió a un técnico del otro lado del río para dibujar ilusión colectiva y regar las esperanzas marchitas de la afición.
Nicaragua vs Surinam
Me atrevo a decir que la mejor versión del himno nacional jamás escuchada, fue aquella noche que recibimos a Jamaica en el partido de vuelta de la tercera ronda eliminatoria de Concacaf rumbo a Rusia 2018. Interpretación que debería usarse en los colegios para enseñar a los niños como se debe cantar el himno y como se debe apoyar a la azul y blanco… en la buenas y en las malas, hasta que la muerte separe la carne del balón.
En menos de un año el nivel de nuestro futbol creció tanto que los ateos confesos pidieron ser redimidos para incorporase a la Catedral de la UNAN y recibir el sacramento del gol. Ese estruendo sonoro comparable únicamente con las explosiones del Momotombo. Se hizo patria en la cancha y fuera de la cancha cuando jugamos de visitante. Los fanáticos aparecieron por todas partes, cual si fueran árboles de la vida. Algunos por devoción, otros por conversión y muchos por actuación, pero todos sumaron gargantas para alentar a nuestros soldados en la defensa de la soberanía deportiva.
Este año el milagro del futbol superó las gestas heroicas que nos venden en Septiembre, rescató el patriotismo futbolístico olvidado en La Chureca y nos regaló la ilusión de un futuro prometedor en la cancha. Es cierto que no tenemos visa para Rusia, que seguimos siendo pequeños en la galaxia redonda, que nuestros vecinos van más adelantados, pero que importa… el Dios del futbol ya nos dio su bendición. Qué lindo gritar tus goles Nicaragua.