lunes, 9 de enero de 2012

Bendita Duda

Duda, ambiguo sentimiento aquejador de cabezas, implacable en la tortura de la confianza, alimento de incógnitas neuronales. Tú, asesina de egos, a ti te hablo esquiva pesadumbre. Meses varios que habitas en mi regazo atormentando mis optimistas objetivos, saboteando mi convicción, alterando mis propósitos. ¡Pero no! no te será fácil tumbarme. A pelear dispuesto, a sufrir y vencer. No podrás mi sueño agobiado percibir, no te lo permitiré. Opongo resistencia y enfurecida arremetes, con fuerza desmedida intentas doblegarme. Luego huyes… cobarde, no te escondas, vuelve. Te espero y tiemblo, pálpitos acelerados en mi pecho, los puños cerrados, la mirada fija, la rabia encendida. Una vez más te alejas, esa es tu estrategia… descargar tu ira y luego huir para después emboscar en el momento menos esperado.

Tu efecto es la causa de mi constante reflexión, de mis días de pensar, de mis arrugados pronósticos, de mis papeles en la basura. Pero sigo ahí, con la guardia baja pero con el alma decidida, con el coraje afilado y la resistencia puesta en busca de luz. Ya casi estoy de pie y una vez más la estocada de tu néctar me obliga a ceder. ¡Miserable! No huyas, regresa. Nuevamente erosionas mi orgullo y mis huesos tambaleas… y vuelves a correr, a ocultarte. Momentos de impotencia, de soledad, de reflexión, de furia, de intriga, de sombra, de luz. Días eternos, noches sin sueño, sueños sin dueño.

Amanece. A seguir adelante estoy dispuesto, vuelvo a la carga, saco el valor e inflamo la fé. Acudo a mis virtudes en busca de defensa, me inspiro en mis victorias precedentes. Te busco, apresuro el paso, voy a tu encuentro. ¡No te rías! habitante non grata de mi mente, no trates de escapar de mi ira. Burlona te alejas para regresar luego. No importa, te espero, miserable funcionaria aniquiladora de sueños, no estoy dispuesto a ceder más. Ya no hay mañana, una luna extra no dispongo esperar. Será hoy mi desenlace, el tuyo, el nuestro. Preparado espero. Demoras. Tensión, impaciencia, desencanto, ansiedad. 


Luego en el silencio absoluto, en un momento de descuido me emboscas, por la espalda como acostumbras. Me percato, te veo… ¡Ataca! ¡Vamos, aparece! Esta vez no podrás. Soy más fuerte, tu fin se acerca, no podrás… no, ya no. Siento el impacto, retrocedo y mi rodilla siente el inclemente frío del suelo. Me incorporo de inmediato, furioso te observo, te embisto… desde distintos ángulos, en distintos segundos. Cedes espacio, ocultas las garras, te ves más pequeña, te siento débil… desapareces. Otro capítulo cerrado, otro capítulo que se abre. Al final de cuentas si hay duda… habrá luz.

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