jueves, 18 de julio de 2013

El pueblo que me habita

Soy de un pueblo pequeño,
con geografía de meseta y espíritu atrevido.
Inmune al tiempo. Erosionado por la historia.
Apto para una estampilla de colección.
Un pueblo de cortas y apacibles calles
con aleros de mohosas tejas crujientes
e inclinadas paredes de adobe.
Oloroso a café por las mañanas
y a cítricos por las tardes.
Invadido por el ruido de rojas caponeras
y los gritos de pan en canastos azucarados.
Soy de un pueblo nutrido de maíz,
vestido de verde y de lluvia.
Adornado con pájaros de sol y sonrisas desafiantes.
Labrado con brazos de maquila y de machete.
Fervoroso en Abril celebrando al patrono.
Con las puertas abiertas, chicheros, marimbas,
pólvora, nacatamales, maza de cazuela, chicha,
pozol, raspados, promesantes y bailes.
Con La Vaquita en El Tope y el fervor de la gente.
Soy de un pueblo sencillo y obrero.
Apasionado los Domingos en el estadio
teñido de almas amarillas sincronizadas
en un solo grito, en un solo gol.
Soy de un pueblo mestizo con sangre de barro.
Con rostro amigable, con manos que sudan.
Con miles de historias que se cuentan gratis
en bares, parques, esquinas y billares.
Soy de un pueblo que reza con fe,
que vive con pasión, que respira con flores.
Soy de un pueblo que un día tomó las armas
para luchar y hoy toma los lápices para aprender.
Soy de un pueblo pequeño,
con geografía de meseta y espíritu atrevido.
Inmune al tiempo. Erosionado por la historia.
Apto para una estampilla de colección.
Soy de un pueblo de gente sencilla.
Soy de ese pueblo llamado San Marcos.

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