lunes, 1 de noviembre de 2010

¿Ranking de corrupción o ranking de oportunidad?

El pasado 26 de Octubre se publicó el más reciente ranking sobre percepción de la corrupción elaborado por Transparencia Internacional, en el cual Nicaragua se ubica en el poco meritorio lugar 127 de las 178 naciones estudiadas. Muy lejos de otros países latinoamericanos como Chile (21), Uruguay (24) y Costa Rica (41) que si bien aún están distantes de los puestos de honor máximo, han demostrado su esfuerzo por combatir abiertamente las redes de corrupción en sus sistemas públicos y privados.
Ante esta nueva publicación del ranking, la típica reacción de los nicaragüenses es culpar al gobierno y a la empresa privada por una calificación que tiene y debe ser compartida por todos los nicaragüenses sin importar clases sociales ni ideologías políticas. El puesto 127 indica que tenemos un amplio camino por recorrer como país, que tenemos la inigualable oportunidad de cambiar el curso de nuestra historia y forjar nuestro propio destino. Ser más o menos corruptos es simplemente el resultado de nuestra actitud, y es precisamente con nuestra actitud que debemos y podemos ser agentes de cambio en un país urgido de actores ejemplares en todas las instituciones y en todas las esquinas.

Da lo mismo ser de izquierda o derecha, del pacífico o el atlántico, cristiano o no cristiano, hombre o mujer, todos tenemos la oportunidad de cambiar nuestro entorno inmediato con nuestra actitud, todos podemos ser modelos de integridad, todos podemos combatir la corrupción. No es necesario tener un alto cargo o acceso a un público nutrido para predicar y actuar éticamente, basta con nuestro valioso aporte donde quiera que estemos y ante cualquier circunstancia.

Es necesario interpretar la calificación de este ranking como una oportunidad de hacer mejor las cosas y no como una reprimenda de los jueces internacionales. Las futuras calificaciones pueden ser mejores, solo necesitamos comprometernos con nuestro país, con nuestras familias, con nosotros mismos. El camino es largo y complejo, la inversión es altamente riesgosa, sin embargo el retorno es gratificante incluso cuando no vivamos para ver la cosecha de nuestro esfuerzo.

No me cabe duda que seguimos siendo uno de los países preferidos del Dios de la corrupción, el cual cuenta con un amplio grupo de feligreses en nuestra nación, tanto de cuello blanco como de cuello curtido. Sin embargo, mientras no decidamos cambiar y dignificar nuestra patria, nuestra gente seguirá comiendo platos de hambre y viviendo en condiciones inhumanas, sometidos por el yugo de la corrupción.

Es hora de dar lecciones de honestidad, de integridad, de ética, es hora de ser aire en el desastre mundanal, de ser luz en la penumbra de nuestras limitaciones, es hora de tomar la oportunidad que golpea nuestras puertas pidiéndonos a gritos un poco de espacio. La tarea de cambiar nuestro país no depende del gobierno ni de la empresa privada, depende de los y las nicaragüenses. Tenemos un reto colosal y más de cinco millones de personas para cumplirlo. Hay que empezar ahora.

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