lunes, 14 de septiembre de 2015

Héroes Nacionales... La otra versión

Concuerdo en que los héroes nacionales son necesarios como referentes de patriotismo para una sociedad. Nos hacen sentir orgullosos. Nos dan un sentido de pertenencia, de identidad. Nos inflaman el orgullo patrio. Sin embargo, existe una tendencia de parte de historiadores, políticos, y otros personajes, de adornar las gestas heroicas, atribuyendo virtudes, hazañas y hasta contextura física a los personajes que fueron protagonistas de estas gestas. Acostumbro (para bien o para mal) cuestionar la historia. A veces la siento tan manipulada que prefiero ficcionarla como experimento literario. Espero que los nacionalistas no se ofendan con esta versión de 3 de los héroes nacionales que recordamos en este mes de la patria.

Rafaela Herrera, nace en Cartagena de Indias (actual Colombia) en 1742. Desde pequeña le fue inculcado el amor por su madre patria (España) y la visión colonizadora sobre tierras americanas. Se trasladó a Nicaragua cuando su padre fue nombrado Comandante del Castillo de la Inmaculada Concepción en el río San Juan. Se caracterizó por ser una joven prepotente que daba maltrato a sus sirvientes nicaragüenses y saqueaba las riquezas naturales de esa región del país. En Julio de 1762 una expedición inglesa atacó el castillo con el objetivo de tomar el control del río. La joven Rafaela -aterrada de miedo- permaneció en la retaguardia mientras el escuadrón de defensa repelía exitosamente a los ingleses.

Andrés Castro Estrada, nace en Managua en el año de 1831. Fue un campesino de familia humilde que a pesar de su contextura poco atlética (cojeaba de una pierna, tenía brazos débiles y un abdomen pronunciado) fue reclutado por el ejército de patriotas nicaragüenses que luchaba contra los filibusteros de William Walker. Es recordado por su acción heroica el 14 de Septiembre de 1856 durante la Batalla de San Jacinto. Al acabársele las municiones de su rifle entró en estado de pánico y tomó lo primero que estaba cerca de él para arrojarlo contra el enemigo. En su intento por escapar se topó con un filibustero que osaba saltar el corral de madera de la hacienda y lo derribó con una lluvia de piedras lanzadas a quemarropa por la espalda.

Enmanuel Mongalo y Rubio, nace en Rivas en Junio de 1834. Fue un maestro de clase media, cuya limitada pedagogía le causó el despido de varios centros de estudio. A los 20 años le diagnosticaron piromanía por sus impulsos de producir incendios de forma deliberada y consciente. Es recordado por su gesta heroica en la primera Batalla de Rivas el 29 de Junio de 1885 contra los filibusteros de William Walker. Durante la batalla, se ofreció como voluntario -en aparente estado de ebriedad- para correr con una tea encendida hacia la casona donde estaban resguardados los filibusteros, causando el incendio de la misma y provocando la derrota filibustera. En honor a su patriotismo, el 29 de Junio fue declarado ‘Día del Maestro Nicaragüense’.

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