Con la pereza propia de un lunes por la mañana, llegué a la oficina semidormido y me puse a revisar los correos acumulados del fin de semana, encontrándome con uno de Miguel Page que me notificaba sobre una mención en el III Certamen de microrelato ‘Realidad Ilusoria’. El texto seleccionado fue “Sueño Americano”, un texto que escribí hace unos cuatro años, cuando aún no descubría la microliteratura. El texto original era un poco más extenso, más silvestre, pero hace poco más de un año lo sometí a un proceso de pasteurización junto con otros textos de similar edad con el objetivo de incluirlos en mi primera colección de microrelatos que será publicada próximamente por Ediciones Parafernalia.
A continuación les comparto “Sueño Americano” junto con los tres relatos ganadores.
Chema Sánchez con “Sueño Americano” – San Marcos, Nicaragua
Debido a su experiencia guiando multitudes en desiertos y la baja demanda de sus servicios en Medio Oriente, Moisés decidió irse a trabajar al estado de Sonora en México. Su primera tarea fue cruzar a un grupo de migrantes hasta Phoenix. Al ser capturados por la patrulla fronteriza, Moisés se declaró culpable de tráfico de personas y fue deportado a la tierra prometida.
SEGUNDO FINALISTA
Rafael Olivares con "Ensayo sobre la sinceridad" - Sant Joan d'Alacant
En un pueblo llamado Benichell ocurrió de repente. Y sólo pasaba allí. Quienes se encontraban en su término municipal perdían la capacidad auditiva en cuanto su interlocutor mentía. La recuperaban cuando lo que iban a escuchar era verídico.
Hasta los «buenos días» o las «buenas tardes» dejaron de oírse cuando el tiempo estaba desapacible.
También sucedía con muchas tertulias mediáticas que, entre lapsos de silencio y frases inacabadas, resultaban ininteligibles.
A dos semanas de las elecciones los candidatos decidieron llevar sus mítines de campaña fuera del pueblo. Y en sus panfletos, se aconsejaba no leerlos en Benichell en voz alta.
PRIMER FINALISTA
Gabriel Bevilaqua con "Algo así" - Zárate (Argentina)
Era la hora en que el mar baja y los cangrejos salen de sus escondites cuando casi me tropiezo con un tipo enterrado en la arena hasta el cuello. Me acuclillé a su lado. Él le agradeció a Dios por mi aparición salvadora, pero al comprobar que yo no hacía nada, primero me injurió, y luego me prometió riquezas inimaginables. «Lo siento —le dije mientras me apartaba del paso de los cangrejos—, pero considere usted que con seguridad jamás tendré otra ocasión de ver algo así».
GANADORA
Elisa de Armas con "Cicatrices" - Sevilla
Hace mucho que no usa ni la capa ni la caperuza, pero sus rasgos maduros aún conservan la belleza inquietante que tuvo desde niña. Su mala suerte en el amor es la comidilla del pueblo. Muchos la han pretendido, pero a todos acabó por rechazarlos. Ayer vino al estudio. Durante un rato repasó mis diseños como quien cumple un trámite. Al fin, con la voz tímida y las mejillas rojas, me pidió que tatuara en su vientre, junto a la marca casi desvanecida de una dentellada feroz, la cabeza del lobo.
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